Está hecho a fuego lento, porque estuvo haciendo chup chup durante los dos años que duró el confinamiento del Covid. De ahí, esa introspección que emanan sus surcos...
Grabado en Londres, y producido con todo el mimo del mundo, porque Landry quiso que la banda elegida no sólo se implicara a nivel instrumental, sino también a nivel emocional. Y vaya sí lo consiguió... Tan sólo por como Clara Sodelberg le hace coros, por tan sólo por como Nick Etwell sopla esa trompeta con sordina, por tan sólo por como Georgina Leach y Odessa Jorgensen ponen emotividad en las cuerdas de sus violines..., CINNAMON CANYON BLUES es el fruto perfecto de un señor de Lousiana que aprovechó tiempos de recogimiento para plasmar ese sentir dentro de un REDONDO Y CON AGUERO, que más que un disco, es un estado de ánimo.
Gill Landry es un ex-Old Crow Medicine Show. Alguien que fue músico callejero en unas calles que saben mucho de todo esto..., las de New Orleans.
Tiene 6 discos en solitario. En los 6 funde etiquetas, porque su voz lo puede todo, y liquida las fronteras de los estilos y modelos, porque todo lo domina. Landry es un trovador en el más extenso sentido de la palabra. Alguien forjado a fuego en mil escenarios, que ha tenido la gran virtud de rodearse de unos músicos que lo hacen mejor.
Seguro que CINNAMON CANYON BLUES, no es el mejor de todos, pero sí el que me provoca la lágrima tonta con más facilidad. Porque está concebido como el retrato de una nueva forma de afrontar la vida, tras tiempos que no estábamos preparados para vivir.
Cierto es, que en los últimos tiempos me he convertido en un consumidor de lamentos, y Landry colma con creces todas mis hambres de penas. Dentro de él me encuentro con Cave, o con Joe Henry, o con Otis Gibbs, y actualmente eso es lo que me pide el cuerpo.
Cuando suenan temas como Dead Language, hay algo dentro de mí que me dice que eso es todo lo que quiero. Canciones bien trabajadas encerrando en sí mismas, un mucho de todo. Desde melodía, a instrumentación, pasando por factores emocionales que no sé como escribir, pero sí sentir..
Ese punto taciturno que me da She's Gone, con esa trompeta cubaneando arropada entre violines transmitiendo tristezas, son cosas que en este momento de mi vida "musical" valoro de especial forma, porque aglutina tantas y tantas cosas, de tantos..., que es como sintetizar 50 años de escuchas. Cosas que se mueven entre estilos, mandando al carajo a todas las etiquetas habidas y por haber.
Nada mejor que un vaso ancho con un cubito de hielo de gasolinera, lleno de bourbon hasta la mitad..., para escuchar Bedroom of Stars. Sólo necesitas que caiga la noche, y la canción hará el resto... Como un masaje a todos y cada uno de tus sentidos vía auditiva, a cargo de un Gill Landry con la vena lírica inflamada como una cañería. Violines, vientos, una voz, y mucho sentir, para un disco que no debes escuchar a menudo, porque sólo es para momentos dados...
The Ferryman al igual es la canción más bonita grabada en todo el pasado año. Folk de demasiados kilates para un momento en el que la música que se fabrica tiene demasiado humo, demasiada corteza, demasiadas cosas que no te dejan ver con claridad el verdadero interior de las cosas. The Ferryman es tan elocuente, que soy capaz de perderme entre tanta diáfana pureza. Esas trompetas chicanas, pueden conmigo porque pocas cosas hay en este mundo tan cargadas de nostalgia, como los sabores fronterizos.
Seguro que el cine también, y la literatura, y la escultura..., pero sí yo quisiera hacer llorar a alguien, sería más rápido y eficiente sí lo hiciese haciendo girar este disco, que leyendo el Don Quijote de la Mancha, o poniéndolo delante del Guernica. UN BESO.
REDONDO Y CON AGUJERO… Un cuarto de siglo ya… Dos décadas y media, en las que la música ha adoptado diferentes formas, y diferentes puntos neurálgicos.
Siempre como no, usando lo hecho en el siglo pasado como ingrediente básico, pero con la ventaja que otorga ver las cosas con la perspectiva que sólo da el paso del tiempo.
Que no se ha inventado nada…? Ya! Pero eso pasa en la música, y también en la gastronomía, y en la pintura, y en el kamasutra…
Innovar está muy sobrevalorado, porque seguramente va a ser mejor lo malo conocido, que lo bueno por conocer…
¡Qué disco TAN bonito!
ResponderEliminarMuchas gracias, Jose. Mola que hayas reactivado tu blog. Me estaba perdiendo todos tus tesoros.
Gracias Alberto. Ahora os agobiaré con mis "cosas". Espero os guste!
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